sábado, 4 de abril de 2020

Se acabó el confinamiento.

Uf, parecía que este día no iba a llegar nunca, pero al fin ha llegado, Hoy es el primer día en que podemos volver a salir a la calle libremente, en parejas, cogidos de la mano, abrazar a los amigos, reunirnos en grupo e incluso hemos oído que han vuelto a abrir los parques, los museos, las tiendas e incluso dicen que abrirán los bares.Hoy es un nuevo día para la esperanza, y casi, sólo casi, te entran ganas de considerarlo el primer día D.c., con c minúscula, c de confinamiento.
Dentro de un rato, podremos volver a salir a la calle, y a pesar de la alegría que eso supone, guardo en la boca un regusto agridulce. Pienso en todas esas personas que hoy no podrán volver a disfrutar de la vida. Con mi manía de ponerle música a los momentos, hoy, al igual que me pasó en otra ocasión, la primera canción que se me ha venido a la cabeza es “Here Comes The Sun”, de The Beatles. Espero que sea verdad y qué por fin, después de estos días perdidos, donde no sólo nos han robado el mes de abril, sino parte de marzo, por fin venga el sol.
Hoy es ese día en el que hemos puesto tantas esperanzas, y el que en boca de muchos será poco más o menos que el comienzo de una nueva Era de Acuario. A partir de hoy todo será diferente, mejor, los seres humanos habrán aprendido la lección y todo el mundo va a ser más generoso y solidario, esperemos que sea así.
A las siete de la mañana, han empezado a sonar las campanas, han dado el toque de fiesta, y me ha recordado la canción de Alberto Cortez, donde decía que no podrán dejar de sonar las campanas, Menos mal que la celebración empieza hoy y no a partir de mañana como él cantaba. También ha salido de su letargo el cohetero del pueblo, y sobre este cielo limpio, más azul y transparente que en otras tierras, navegado mar de alegres vilanillos y fugaces golondrinas han empezado a dibujarse estelas que, al igual que nosotros, han empezado a cruzarse y a abrazarse ente ellas.
Para celebrar este día, hemos desayunado unos maravillosos molletes que ayer pudimos comprar en el supermercado, con la vista puesta en la celebración de hoy y recordar así esos desayunos a la ida o la vuelta de Ronda, donde tantas veces hemos ido, donde tan buenos amigos hemos hecho y a los que tenemos ganas de abrazar de nuevo, en un abrazo de esos prolongados que casi te cortan la respiración.
A las ocho estábamos abriendo la puerta para que entrara ese aire, alegría para la casa. Al salir a la calle el cielo nos parecía más bonito. Apenas cuatro nubes nos invitan a salir. En la calle ya se veía bullicio. Muchos vecinos en las puertas empezaban a cruzar la calle para abrazarse de nuevo. Parece que lo de la Era de Acuario empieza a cumplirse. Nos hemos encaminado hacia el metro. En la esquina de la calle no se veía a lo lejos al vecino que siempre está temprano en la puerta de la casa sentado en su silla de ruedas. Un sentimiento nos ha recorrido el cuerpo al no verlo como siempre ahí, pero, al dar unos pasos, hemos visto que se abría la puerta y hemos visto como le ayudaban a salir a la calle. Al llegar a su altura le hemos dado los buenos días como siempre hacemos, pero hoy eran unos buenos días especiales y todos nos hemos dado cuenta de ello.
Hemos ido hacia el metro andando, unidos de la mano, sin dejar apenas unos centímetros entre nosotros, y hemos bajado a Sevilla. Lara viene con nosotros, por lo que para ella vamos a “subir” a Sevilla: el tema topográfico no es lo suyo.
Nos hemos subido al metro y nos hemos bajado en Puerta Jerez. ¡Cuánto tiempo hacía sin venir! Y, sin decirnos nada, nos hemos encaminado hacia la calle Sierpes para tomarnos nuestros cortados reglamentarios con churros en el Catunambú. Hemos saludado a los camareros y si siempre hemos dicho que ponen el mejor café del mundo, hoy nos ha sabido aún mejor, y los churros estaban de escándalo.
Hemos pasado por la calle Sierpes, y hemos entrado en la Papelería Ferrer, la que está junto a La Campana, y todo seguía igual de bonito. Le he preguntado a “lo más bonito” si quería que compráramos un puzle. No me ha dicho nada, pero se le ha notado en la mirada que, de momento, no quiere hacer más puzles. Los que hemos hecho en las jornadas de confinamiento, me parece que han sido suficientes de momento.
Al pasar por delante de Discos Latimore, hemos saludado a Charly que andaba como loco poniendo música, rodeado de faunos, topos y de flautistas recién salidos de su enorme fantasía.
Luego hemos ido a Record Sevilla, ¡cómo no!, y hemos saludado a toda la plana mayor. Luis y los hermanos Azagra, Esteban y Juano, estaban allí tal como habían prometido. De fondo sonaban las cintas que en su momento Azagra padre grababa y sonaban de fondo en la tienda y donde mucho de los clientes y enamorados de la música aprendimos tanto. Tenían unas cervecitas para brindar por los amigos, la salud y cómo no, por el futuro.
Hemos continuado nuestro recorrido obligado de cada sábado y hemos ido a Caótica, casi recién abierta, todo parecía que olía más a libro que otras veces y nos hemos abrazado a Begoña, Joaquín y Maite. ¡Qué ganas teníamos de volver a verlos para poder seguir siendo Extra-Vagantes y caóticos! Después de realizar las oportunas compras y cargados de bolsas nos hemos encaminado hacia el Pub Phoenix en Plaza de Cuba, donde después de los obligados y esperados saludos nos hemos tomado unas pintas de Guinness que bien merecidas nos las teníamos y el super Combo marca de la casa.
Ah, por cierto hoy hemos celebrado San Patricio, con retraso eso sí, pero como habíamos prometido, ya hemos empezado a recuperar los días perdidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario